Podemos y el relevo del Rey: entre la autopoiesis y el plan oculto

Momentos históricos, segunda transición, el fin del bipartidismo, los españoles han dicho basta, se desmorona el sistema, estas son algunas de las lecturas que se hacen hoy tras la irrupción de Podemos y la posterior abdicación del rey. El sistema mueve ficha para apaciguar los ánimos, el termostato vuelve a funcionar, algo que lleva haciendo desde hace unas cuantas décadas. Por aquí irá mi análisis de los acontecimientos que vivimos estos días. 

En el campo de la Ciencia, hay algo que se conoce como autopoiesis, un concepto aportado por los biólogos Maturana y Varela que venía a decirnos que los cuerpos vivos tienden en la media de lo posible a autoregenerarse o corregir por ellos mismos sus desequilibrios propios, al objeto de seguir viviendo en condiciones más o menos estables. Esta teoría biológica fue usada por el sociólogo alemán Niklas Luhmann para postular que eso mismo sucede en los sistemas sociales, esto es, que las sociedades se regulan a sí mismas, anulando, adaptando o absorbiendo desde dentro los desequilibrios que en ella se producen. Luhmann tomó estudios de otras disciplinas para argumentar su tesis, entre ellas de la Cibernética de Norbert Wiener, de la que usa la metáfora del termostato para explicar los cambios sociales. El termostato no es más que eso, el aparato que usan tantos mecanismos para liberar presión o temperatura cuando el sistema para el que trabajan se ve llevado a una situación que pone en peligro su estabilidad. Pensemos en el termostato que tienen los calentadores de agua, una hoya a presión o un sistema de calefacción en cualquier hogar. El termostato libera presión al sistema en cuestión, para mantener la temperatura en unos niveles óptimos, para que la máquina no explote o reviente por sobrepresión, es sencillo. Y bien, ahora llevemos todo esto a lo que ha venido pasando en España en los últimos tiempos, veremos cómo se activa adecuadamente el termostato, desde dentro, por el propio sistema.

Empezamos por la muerte de Franco, 1975, son años convulsos. El antiguo régimen quiere seguir mandando y se orquesta lo que hoy ya es notorio, una falsa transición. La democracia que nos han montado se abre paso a duras penas pero la inestabilidad se mantiene en los años de Suárez, hasta el punto de que el sistema está a un paso de quebrar con el golpe de Estado del 81. Funciona entonces el termostato, aparece un tal Felipe González para entusiasmarnos a todos, y todo vuelve a la calma. Desde entonces hasta hace poco, en España no hizo falta activar nuevamente el termostato de manera demasiado notoria, el sistema había conseguido establecer dos polos de opuestos muy de su agrado, la derecha y la izquierda, en lo que se dio en llamar la alternancia política. Gobierna la izquierda hasta que la gente se cansa, gobierna entonces la derecha que impone sus medidas correctoras, al tiempo la gente se vuelve a cansar y vuelve a entrar la izquierda, y así sucesivamente en un vaivén políticamente correcto que aseguraba la estabilidad del sistema. Y así llegamos a la crisis de las Subprime de EEUU en 2008, una crisis que en España se agrava al venirse abajo toda la economía que había montada en torno a la construcción y la especulación inmobiliaria, con no pocas dosis de corrupción política saltando por todos lados. Según la teoría de las alternancias tocaba que entrara la derecha, pero a esas alturas, ¿recordamos cómo andaba todo en 2011? Una huelga de controladores aéreos pone en jaque al país, paro por las nubes, prima de riesgo, deuda, déficit, peligro de rescate, violentas protestas de jóvenes universitarios en Madrid (Juventud sin Futuro), manifestaciones ciudadanas todos los viernes en muchas ciudades de España (Estado del Malestar), varias huelgas generales, y en definitiva, situación convulsa sin control aparente, con un Zapatero que está ahí pero ya no es visto como izquierda (meses después modificaría la Constitución en connivencia con el PP sin contar con nadie más) y sí como una derecha disfrazada. Así las cosas la alternancia que tocaba no parece posible. España no quiere más derecha, y el PP, con un Rajoy ya cuestionado por sus propias bases, no lo tiene fácil para salir elegido. Y ahí que aparecen un grupo de jóvenes intelectuales llamados Democracia Real Ya con la historia de organizar manifestaciones en toda España para el 15 de Mayo, justo varios días antes de unas elecciones locales, y el termostato funciona otra vez eficientemente. La convulsión social hasta entonces no controlada vuelve a estar canalizada y dirigida, la gente se entusiasma -entre ellos un servidor-, un nuevo mayo del 68, es el momento, es histórico. Pero no, lo único que se sucede son las manifestaciones ciudadanas que nada consiguen hacerle al sistema, al tiempo que la gente se va desilusionando. Eso sí, en las dos concurrencias electorales que se suceden, la indignación popular de los quincemayistas es llevada a opciones como Nolesvotes (a PP, a PSOE, a CIU y otros nacionalismos), voto nulo, abstencionismo activo y otras alternativas siempre minoritarias. Y así, se cumple lo establecido y con el voto de los indignados españoles disgregado en mil opciones sin ninguna propia, el PP y sus diez millones de dogmáticos y fieles votantes alcanzan una mayoría absoluta que todavía sufrimos y que de otra manera difícilmente habría logrado. 

En este punto de la historia estamos ya casi en el momento actual, no hace falta que cuente mucho más. Llevamos dos años de gobierno de la derecha más dura, las medidas correctoras ya han sido aplicadas convenientemente y entretanto, el paro no baja, la miseria crece, los esclavos sociales aumentan y como resultado de todo ello el sistema vuelve a estar bajo presión. Se impone pues volver a activar el termostato para restar presión al asunto, toca darle al pueblo machacado un poco de vidilla. Pero... ¿cómo hacerlo si ya no existe la izquierda que representaba el PSOE en esa alternancia perfecta?, ¿cómo entusiasmar de nuevo a la gente? Lo viejo no vale. Y es entonces cuando aparece en escena una cosa nueva llamada Podemos para ocupar el espacio vacío que ha quedado a la izquierda. Y Podemos es el gran triunfador de las Europeas, ya hablan de estar listos para gobernar en un año, han recogido la mayoría de las reivindicaciones sociales que salieron del 15M y la gente mayoritariamente los apoya. El sistema vuelve a liberar presión, el cabreo general se torna en ilusión y confianza en el futuro con Podemos, y sobre todo se canaliza y controla. Alguien en este punto diría que ya era suficiente, que no hace falta activar nuevamente el termostato. Yo mismo así lo pensaba ayer mismo, pero no, de repente su Majestad, cuestionado y bajo mínimos desde hace tiempo, decide abdicar para dejar a su hijo, y el termostato vuelve a funcionar, el sistema libera más presión. Pero... ¿por qué? En mi opinión es sencillo, el sistema se previene y adelanta trabajo por lo que pueda pasar. Para que el rey abdique es necesario cambiar la Constitución, y para cambiar la Constitución se necesita el voto favorable de 3/5 partes de ambas cámaras. Ahora tienen esas mayorías, dentro de un año igual no las tienen ya. Es preferible cambiar al rey quemado ahora y renovar el asunto, antes que dejarlo para más adelante y que luego ya no se pueda.

Y con esto creo que voy acabando mi reflexión de hoy. Falta por saber qué pasará con Podemos, si podrá aunar las suficientes fuerzas para llegar al poder, y qué pasará cuando lo haga, si habrá un cambio real hacia ese otro mundo posible que muchos soñamos, o será más de lo mismo. También está por ver si Podemos sabrá ver las diferentes realidades que se dan en cada comunidad o región -y estoy pensando sobre todo en Canarias- para adaptarse y lograr las voluntades necesarias para actuar y cambiar también las cosas en lo Local.

Por lo demás, queda a elección del lector decidir si todo lo que ha sucedido sucedió por autopoiesis, esto es, pasó por la propia inercia de los acontecimientos, por el devenir propio de una sociedad que se mueve empujada por lo que va ocurriendo a su alrededor, o por el contrario sucedió porque alguien quiso que así sucediera y movió los hilos necesarios para que eso pasara, y los sigue moviendo hoy, en una suerte de plan oculto que desconocemos. Yo, naturalmente, por salud mental me decanto por la primera opción, y sinceramente deseo que Podemos sea un motor de cambio que devuelva a la gente de este país a unos mínimos de dignidad y derechos, pero, me van a permitir que me muestre cauteloso. Tal vez sea esto lo que tiene ir haciéndose mayor.  
 
Eloy Cuadra

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