No estoy de cuerdo con los que usando el twitter, por ejemplo, soflaman la bandera patriótica al degüello justificando la entrada en caballería del gobierno de turno a nuestro medio, alegando que las ideas de tus colegas ya no tenían cabida. Pero menos de acuerdo estoy con quienes como profesionales de los medios beben de esas opiniones si tan siquiera responder dejando que el axioma del que “calla otorga” nos deje desnudos en pelota viva a la exposición de millones de españoles que ya poco se fían de nuestra palabra.
¡En qué nos han convertido!
Se tolera que sus manos nos soben y entren en nuestros vestidos metiendo sus dedos en artículos de prensa, opiniones, crónicas de radio y televisión. Y todo esto con el dolor de la violación consentida. Les debemos respeto, como al resto de los oyentes. Tienen la oportunidad, como representantes votados por ciudadanos anónimos o por consejos de administración, consejos creados a su vez por los que nosotros hemos votado, a tener su pedazo de noticia cuando la noticia sea tal. Nos follan una y otra vez. No usan vaselina. Ni siquiera nos miran. Nos bajan los pantalones y tras varias embestidas se babean sobre tu trasero. En ocasiones hay quien cobra por eso. Esa es otra clase, de la que hoy sólo me acuerdo para mandarlos al infierno.
Somos en lo que ellos han convertido a unos cuantos y tan sólo con eso el resto hemos ido detrás. Conformados con lo que otros deciden no estimamos levantar la voz, salvo para despotricar frente a una cerveza, sin cojones para plantarles cara y decirles: aquí las preguntas las hago yo.
Sí, estoy de acuerdo con *Elvira. Somos lo que ellos quieren; porque ante un atraco en el congreso, en que sólo faltaba que se rieran en nuestra cara, nos cambiaron a todos los ciudadanos una ley que nos permitió durante un soplo acudir en masa y encontrar refugio en RTVE, ante tanta porquería de teles autonómicas y privadas. Sólo en este país se corta las piernas al que vale y al que te está dando rédito tras rédito. Por eso, twittero pseudo demócrata: no cabe esperar más que fango tras la entrada en palacio de las huestes con barro pestilente pegado a los cascos de sus caballos. Y a ti; PERIODISTA, no cabe esperar nada si cuando escuchas o lees justificaciones que ensobran la labor heroica, correcta y deontológica de tu colega..; estiras el cogote hasta las rodillas.
Somos lo que ellos han querido que seamos. Y sí NO: Rojo
¿Cuál es nuestro delito?
Ser periodistas reverentes.
*Elvira
3 comentarios:
Sé que es un blog personal pero igual convendría afinar algo más en la (buena) utilización del lenguaje: no se soflama contra un objeto sino contra las personas que son las únicas capaces de enardecerse y en cuanto al tema de su post... esa profesión lo recogía todo, gente con formación universitaria y sin ella que no hicieron más que aumentar los desequilibrios que ahora salvarán, espero, los/las que estén suficientemente preparados/as. En el resto estoy de acuerdo con usted. Un saludo
Gracias por su afinado comentario.
Gracias por su comentario. Le aseguro que voy a procurar ser más certero en el lenguaje en la próxima ocasión.
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