Y yo son mi PELOTA


Que triste estoy. Mucho!!! Me han dado en el corazón. Me han fastidiado. Durante unas horas, mientras contemplaba el pequeño cartel, pensaba que hemos dado un paso atrás. Bueno, unos cuantos. ¿Ya no dejamos a los niños que jueguen en las plazas a la pelota? ¿Los peloteros molestan? ¿ A quién ?...me iba haciendo esas preguntas hasta que decidí coger la cámara y hacerle un retrato al cartel con el que se pretende prohibir el juego más antiguo de la humanidad: dar patadas a una pelota. Mientras miraba cómo sacarle un retrato al dichoso y antipático cartelito, una señora se acercó recriminándome porque hacía fotos al anuncio de la tristeza (lo de la tristeza es cosecha mía).


Me dijo que ella iba a misa y que si iba era para escuchar al cura y que no la molestaran, que si yo iba a denunciar lo del cartel hacía muy mal, ¡oyó!, me insistía como si yo estuviera sordo. Sí, escuché (caramba señora), y más triste me puse. Lo niños no pueden jugar a la pelota en esa plaza porque en el centro han plantado una iglesia y al parecer los niños molestan cuando juegan...Entonces, pensé si no hubiera sido más fácil poner un cartel que dijera: Cuando el cura da misa no jueguen a la pelota, que se nos va la cobertura con Jesús. Pero claro, Jesús jamás se quedaría sin cobertura porque unos niños jueguen, aunque sea a la pelota. Él no debe ser así, me reafirmé. Está claro que hace tiempo que los que tienen el teléfono sin conexión con Jesús son los adultos. Es la única forma de entender lo de este cartel. Amén.

Conclusión sobre el caso: Ya las plazas no son como antes. Ahora nos mandan a un polideportivo. A los niños les gusta jugar donde no hay reglas. A los mayores nos encanta el orden. Sin pelotas en las plazas no hay alegría. Sin pelotas en las plazas hay niños en casa con la vídeoconsola. Sin pelotas no hay niños en la plaza: sin pelotas así nos va.

Y todo esto lo pensaba mientras acudía a la celebración de la primera misa de unos amigos míos que se han metido a curas en Cabo Blanco, Arona, Tenerife, islas Canarias. ¡Ay!.


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